Островки внутренней безопасности: как ритуалы помогают справляться с тревогой



Каждому человеку необходима защита — это основа, на которой строится чувство безопасности в нашем мире. Ощущение защищённости особенно важно, когда нас тревожит собственное тело: например, если вы боитесь тошноты или рвоты, этот страх может всерьёз нарушать привычный ритм жизни. Кажется, будто земля уходит из-под ног, и каждое новое утро встречает не радостью, а тревогой. Это не просто дискомфорт — это постоянное напряжение, в котором тяжело чувствовать себя уверенно дома, на работе, даже просто среди друзей или в транспорте.

Cuando la necesidad de protección no se satisface —y esto incluye tanto la calma física como la emocional— surgen dificultades para confiar en el propio cuerpo, aparecen dudas incluso en las situaciones más cotidianas. La persona empieza a temer perder el control de repente, a pensar que no podrá manejarse en público o que quedará en una posición vulnerable. Incluso una visita al supermercado se convierte en una pequeña aventura con elementos de thriller: ¿y si justo ahora pasa algo? Esta sensación no te deja concentrarte en los momentos agradables y consume la energía necesaria para una vida plena.

Por eso es importante encontrar tus propias formas de recuperar el control y la sensación de estabilidad. No hace falta realizar grandes hazañas heroicas: bastan pequeños y regulares rituales de autocuidado. Puede tratarse de cualquier cosa: respirar hondo, hacer una pausa, decirse a uno mismo palabras alentadoras como “Ahora estoy a salvo” o “Estoy haciendo todo lo posible por mí”. Algunos encuentran fuerza en la meditación, otros en llevar un diario o conversar con un amigo, y otros en el apoyo físico (como preparar un té de hierbas favorito o envolverse en una manta cálida). Incluso las acciones pequeñas devuelven la sensación de: “Ésta es mi elección, este es mi día, y yo puedo crear para mí mismos estos islotes de calma.”

Estos microrrituales funcionan a través de un mecanismo simple, pero poderoso: nos devuelven la sensación de control sobre la situación y nos recuerdan que, aunque el mundo parezca caótico, somos capaces de manejar al menos una parte de lo que ocurre a nuestro alrededor. Incluso si la ansiedad no desaparece del todo, se vuelve más comprensible y manejable, y lo más importante —no nos aísla de las alegrías sencillas ni de los asuntos importantes.

Mira a tu alrededor: nadie espera que seas “invulnerable” y valiente las 24 horas del día. Cuidarse a uno mismo no es egoísmo, sino una forma de tratar nuestros sentimientos con respeto: “Merezco el bien y el apoyo simplemente porque existo.” Además, al compartir tus preocupaciones con alguien cercano, a veces pueden surgir momentos de apoyo inesperados pero divertidos. Por ejemplo, un amigo podría decir: “No te preocupes: si la cosa se pone muy fea, imagina que estás en una película ¡y el Oscar por mejor papel dramático será tuyo!”

Aceptar y respetar tus miedos no te vuelve más débil: al contrario, la vulnerabilidad te hace más sincero y te conecta más profundamente contigo y con los demás. Permite que estos pequeños, pero regulares pasos en la construcción de tu propia protección sean el inicio de un nuevo capítulo, en el que haya lugar no sólo para la ansiedad, sino también para la alegría, la esperanza y la confianza. Porque lo esencial es recordar: el derecho a la seguridad y el cuidado es fundamental, y todos merecemos nutrir y fortalecer ese fundamento interno cada día.

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